La felicidad es efímera, y en este nuevo capítulo de Una nueva vida, esa verdad golpea con una fuerza desgarradora. Todo comienza con una escena luminosa y llena de ternura: el tiempo ha pasado y vemos a Duru, la hija de Seyran y Ferit, convertida ya en una niña de unos cinco años. Juega con su madre bajo unas sábanas que han sido convertidas en castillo y refugio, en un mundo donde solo existe el amor de una madre. En medio de las risas, Duru lanza una pregunta inocente pero profética: “Mamá, si algún día me pierdo, ¿me reconocerías por mi olor?” Seyran sonríe, la envuelve en caricias y responde: “Claro que sí. Te reconocería donde sea por tu risa, por tu aroma… por ti.”

La calma de esta escena anuncia la estabilidad que, por un tiempo, ha rodeado a la familia. Ferit aparece peinando a su hija con delicadeza, mientras ella juega sin preocupaciones. Pero hay algo en su mirada, una sombra, una inquietud silenciosa. Como si el alma de Ferit presintiera que algo se avecina.

El idilio familiar se extiende por un instante más: Suna y su hija también comparten momentos de alegría con Bidin. Incluso Cásin llega emocionado, saludando a las niñas y abrazándolas como el abuelo orgulloso que es. En una escena conmovedora, la hija de Seyran corre a sus brazos, fortaleciendo esa imagen de familia unida y feliz. Todo culmina en la esperada graduación de Seyran. Con toga y birrete, entra triunfante mientras Ferit la presenta con orgullo: “¡Damas y caballeros, ante ustedes, la graduada de la Facultad de Bellas Artes: Seyran Korhan!” Los aplausos estallan, las lágrimas fluyen, y la familia inmortaliza el momento en una fotografía que parece sellar la promesa de una vida mejor.

Pero la felicidad en esta historia nunca es permanente. La paz se quiebra cuando una noticia cae como una bomba: Karan ha sido liberado de prisión y cumplirá condena bajo arresto domiciliario. La sorpresa y el miedo se apoderan de todos, especialmente de Ferit y Abidín. ¿Cómo puede un hombre tan peligroso estar de nuevo libre?

La tensión escala. Las niñas están jugando cerca de la piscina cuando un hombre misterioso, oculto entre sombras, las observa con ojos de cazador. Momentos después, el horror estalla: las niñas desaparecen. El pánico se apodera de la familia. La sospecha cae de inmediato sobre Karan. Abidín explota: “¡Te voy a matar, Karan! ¡Dime dónde están!” Pero Karan, con su sonrisa escalofriante, parece disfrutar del caos: “Dale mis saludos a los Korhan. Los he extrañado.”

Seyran, completamente devastada, recorre las calles en busca de su hija, aferrada a una pequeña diadema como único rastro. El silencio en la casa es brutal. Las mujeres, reunidas en el comedor, apenas pueden contener el llanto. Una de ellas clama al cielo: “Dios mío, devuélvenos a nuestras hijas.”

Mientras tanto, Abidín comienza a dudar: ¿y si no fue Karan? ¿Y si hay otro enemigo en las sombras? La sospecha se traslada a Safet. Un detalle en una grabación de seguridad lo vincula con la casa. Suna lo enfrenta, recordando un forcejeo reciente. Safet es arrestado, pero el misterio sigue creciendo. ¿Actuó solo? ¿O es apenas una pieza más en este juego de venganza?

La tensión se transforma en violencia cuando Abidín pierde el control y golpea a Safet brutalmente, exigiendo respuestas. Mientras, Cásin lanza una pregunta que hiela la sangre: “¿Hay alguien que odie tanto a esta familia como para hacerle daño a los niños?” La respuesta parece estar a punto de revelarse, pero entonces… todo empeora.

Ferit, llevado por la desesperación, logra encontrar la ubicación de Duru. Llega ensangrentado, con el rostro desencajado, y llama a Seyran: “¡Duru está en su casa!” La alegría de Seyran es instantánea… pero dura solo segundos.

Tarip ha regresado. Sigiloso como un depredador, se abalanza sobre Ferit por la espalda y lo golpea con una violencia brutal. Ferit cae inconsciente. Seyran, que llega con Abidín, no entiende lo que está pasando: “¡Ferit! ¿Qué ha sido ese ruido?” Pero nadie responde.

El destino de Ferit pende de un hilo. La vida de las niñas también. La familia está al borde del abismo y los corazones de los fans… al borde del colapso.

¿Lograrán recuperar a las niñas antes de que sea demasiado tarde? ¿Sobrevivirá Ferit al brutal ataque de Tarip? ¿Qué nuevas amenazas se esconden aún en la sombra?

Este capítulo nos recuerda que, en Una nueva vida, la felicidad siempre tiene un precio… y que nadie está a salvo cuando el pasado decide regresar con sed de venganza.