La semana del 19 al 23 de mayo en La Promesa llega cargada de tensión, secretos a punto de explotar y un Curro que está dispuesto a remover cielo y tierra para llegar al fondo del misterio que lo atormenta. Los Luján viven bajo una presión sofocante con la presencia del temido duque Lisandro de Carvajal y Fuentes, cuya visita no ha sido precisamente una casualidad… ni una buena noticia para nadie. La calma en palacio brilla por su ausencia, y las máscaras están a punto de caerse una por una.

Todo comienza con la llegada oficial de Lisandro, un hombre que no debe descubrir bajo ningún concepto la boda de Catalina, ni que existen los mellizos, y mucho menos que Curro sigue en palacio aunque sea disfrazado de lacayo. Pero el destino tiene otros planes, porque cuando Curro le sirve, Lisandro lo reconoce de inmediato. La tensión se dispara. Curro, lejos de intimidarse, sigue su investigación junto a Lope. La joyería a la que acudieron en busca de respuestas —una joyería extraña, enigmática, con un aire peligroso— sigue escondiendo secretos que se resisten a salir a la luz.

Allí conocen a Esmeralda, una mujer elegante y misteriosa, gerente del lugar. Y aunque no logran averiguar nada concreto en la primera visita, lo que sí tienen claro es que deben seguir escarbando. Lo que está oculto bajo esas vitrinas brilla más por su oscuridad que por su oro.

Mientras tanto, en la Promesa, Eugenia insiste en ver a su hermana Cruz en la cárcel, pero Alonso sigue firme en su negativa. Ricardo, por su parte, logra que Rómulo se sincere sobre su pasado con Emilia, mientras que Lorenzo se resiente ante la creciente iniciativa de Eugenia, que está dispuesta a todo por recuperar su lugar.

Y llega el martes, con un giro que sacude al mismísimo palacio: Eugenia, en un movimiento audaz, se instala en la habitación de Lorenzo, obligándolo a compartir espacio. Leocadia, consciente del volcán emocional que está a punto de estallar, le aconseja que finja una tregua, al menos mientras Lisandro esté en la casa.

El duque no se molesta en ocultar su desprecio por los Luján. Su actitud hostil comienza a tensar todas las cuerdas de palacio. Manuel recibe un inesperado apoyo de Leocadia en sus negocios, justo cuando Toño reaparece asegurando su inocencia: ni robó el coche, ni el dinero. Pero ¿conseguirá convencer a Manuel de su honestidad?

En otro rincón de la historia, Curro y Lope regresan a la joyería, y esta vez Esmeralda los recibe con una sonrisa que esconde más de lo que muestra. Ella reconoce a Curro, y tras una conversación críptica, les ofrece unas joyas “muy especiales”. Salen de allí más confundidos que nunca, con una información que apenas logran interpretar.

El miércoles todo se intensifica. Curro y Lope están atrapados entre medias verdades, símbolos encriptados y pistas que parecen no conducir a ninguna parte. En palacio, la incomodidad es general. Martina no soporta al duque. María Fernández desconfía profundamente de la nueva actitud de Petra, y Samuel se enfrenta a ella por ello, defendiendo a la mujer que cree transformada.

Rómulo busca la paz y cierra una conversación pendiente con Emilia. Pero el remanso dura poco. La gran sacudida llega con la desaparición repentina de Eugenia. Nadie sabe dónde está, y el pánico se apodera del palacio.

El jueves, capítulo 600, marca un hito. Cuando Eugenia reaparece, lo hace con una revelación que deja sin aliento a todos. Aunque no se dice abiertamente, todo apunta a que ha desobedecido a Alonso y ha ido a ver a Cruz a la cárcel. Un acto de valentía o de temeridad, según quién lo mire.

En la joyería, Lope recibe un misterioso paquete de Esmeralda. Él y Curro son incapaces de descifrar su significado, por lo que deciden ocultárselo a Ángela… por ahora. Al mismo tiempo, el negocio entre Manuel y Toño parece prosperar, aunque Teresa observa con escepticismo. Simona, por su parte, se niega a propiciar un acercamiento entre madre e hijo. El padre Samuel, preocupado, recibe una carta inquietante del obispado.

En otro frente, Rómulo y Emilia intentan cerrar definitivamente su herida compartida, aunque algo se interpone. Y cuando Adriano es descubierto por Lisandro en la habitación de Catalina, la verdad sobre sus orígenes sale a la luz. ¿Qué hará Lisandro con esta información? ¿Y qué consecuencias traerá esto a Catalina? Lo que sí sabemos es que ella, harta, confiesa a su padre su deseo de marcharse de la Promesa.

Pero el viernes llega con un remate de vértigo. Leocadia finge acercarse a Eugenia, mientras conspira con Lorenzo para hacerla desaparecer, ya sea devolviéndola al sanatorio o… eliminándola para siempre. Una sombra peligrosa se cierne sobre la hermana del marqués.

Curro y Lope, por su parte, llegan a un punto muerto en su investigación tras una nueva visita a Esmeralda. Están atrapados en un laberinto sin salida, pero Curro no se rendirá. Está más decidido que nunca a descubrir la verdad. El secreto que se oculta en esa joyería puede ser la clave de todo.

Toño y Manuel, pese a colaborar bien, no pueden evitar notar la tensión creciente con la llegada del sargento Gurdina a la zona noble. Algo se cuece en la sombra. Catalina y Adriano, conscientes del peligro que representa Lisandro, deciden aplazar su marcha hasta que el duque se vaya… si es que eso ocurre alguna vez.

Y cuando parecía que Emilia y Rómulo habían llegado a una tregua definitiva, un nuevo obstáculo amenaza con dinamitar lo construido. La paz, en La Promesa, siempre es efímera.

Esta semana, los secretos se multiplican, las lealtades se tensan, y Curro, cada vez más cerca de la verdad, se enfrenta a un sistema diseñado para que todo permanezca oculto. Pero él ya no teme. Porque cuando el pasado amenaza con tragárselo todo, solo queda una opción: enfrentarlo. Y Curro está dispuesto a todo.