En el capítulo más reciente de Sueños de Libertad, el pasado de Jesús vuelve a sacudir los cimientos de la familia Reina. Aun después de muerto, sus secretos no dejan de salir a la luz, revelando una trama de traición, venganza y decisiones que podrían haber cambiado el destino de todos. En esta entrega, la pregunta que retumba como un eco sin fin es: ¿hasta dónde estaba dispuesto a llegar Jesús con tal de ver caer a su propia familia?
Todo comienza cuando Andrés, intentando poner en orden las pertenencias de Jesús, encuentra una carpeta escondida entre sus cosas. Al principio parece un simple conjunto de documentos olvidados, pero pronto se da cuenta de que lo que tiene en sus manos podría ser una bomba. Decidido a leerlos con calma, se encierra en el despacho… justo cuando Begoña entra, visiblemente afectada.
Ella no puede disimular su angustia: acaba de hablar con Julia, quien se ha llevado una gran decepción al enterarse de que iban a donar la ropa de su padre. A pesar de las explicaciones, la joven está profundamente herida, y Begoña se siente impotente ante su dolor. Pero algo en los papeles que ve sobre el escritorio le llama la atención. “¿Has encontrado algo importante?”, pregunta, casi temiendo la respuesta.
Andrés, con el ceño fruncido, asiente con gravedad. “He encontrado justo lo que temía”, le dice. Los documentos confirman lo impensable: Jesús mantenía una relación directa con Brosart, la empresa francesa que años atrás intentó absorber el negocio familiar. Jesús no solo negociaba con ellos, sino que planeaba entregar todos los proyectos estratégicos de la fábrica. Y peor aún, había copias de fórmulas exclusivas de perfumes, propiedad intelectual de Luis Mira, listas para ser enviadas al extranjero.
Begoña, incrédula, apenas puede articular palabra. “¡No puede ser! ¡Iba a usar nuestro trabajo para competir contra nosotros mismos!”. Andrés asiente con amargura. El odio de Jesús no tenía límites. “Estaba dispuesto a hundirnos”, afirma con frialdad. Y lo más inquietante: también tenía acciones en la empresa. ¿Por qué sabotear algo que le pertenecía? ¿Por qué arriesgar el futuro de Julia, su propia hija?
Andrés intenta encontrarle lógica a lo ilógico. Tal vez Jesús planeaba recomprar las acciones cuando la empresa estuviera al borde del colapso. O quizás, simplemente, su orgullo, su necesidad de venganza, era más poderosa que cualquier sentimiento paternal.
Pero las sorpresas no acaban ahí. En medio de los documentos, Andrés encuentra un contrato de alquiler en París y una carta dirigida a un colegio religioso en la misma ciudad. Todo indicaba que Jesús tenía un plan para sacar a Julia del país y comenzar una nueva vida lejos de los Reina… sin contar con nadie. Su plan estaba perfectamente orquestado. Y si no hubiera muerto, tal vez ya estaría ejecutándolo.
Mientras tanto, en el salón, María permanece sentada fingiendo indiferencia, pero cada palabra que sale del despacho llega nítida a sus oídos. Su rostro permanece impasible, pero sus ojos delatan tensión. La sombra de Jesús sigue presente, y todos, incluso los que ya lo odiaban en vida, empiezan a entender que apenas conocían al verdadero hombre que compartía su sangre.
Begoña intenta recomponerse, pero un nuevo detalle vuelve a helar el ambiente. Un papel llama la atención de Andrés: es una copia de un giro bancario emitido por un tal Ricardo Gorriz y dirigido a una mujer llamada Juana Gorriz. La cifra es escandalosa. Demasiado alta para un simple operario. ¿Quién era realmente Ricardo? ¿Por qué un documento como ese estaba entre las cosas de Jesús?
Begoña se esfuerza por recordar. Ricardo Gorriz… el nombre le resulta familiar. Y de pronto, lo recuerda: un empleado de la fábrica que semanas atrás fue tratado por una quemadura. Nada especial, al menos en apariencia. Pero la suma transferida es lo suficientemente alta como para levantar todo tipo de sospechas. Andrés no lo duda: “Ese dinero no era suyo. O Jesús se lo dio… o compartían algo que no conocemos”.
Las preguntas se multiplican. ¿Qué relación tenía Jesús con Gorriz? ¿Estaba encubriendo algo? ¿O era parte de un plan mayor? Todo apunta a que Jesús tejía una red paralela de alianzas, chantajes y favores que ahora comienza a deshilacharse, dejando a la familia Reina ante un rompecabezas aterrador.
Begoña guarda silencio, pero en su mirada se dibuja la angustia. “Cada vez que pienso en lo cerca que estuve de perder a Julia…”, dice, como si las palabras pudieran aliviar lo que el corazón ya no puede contener. Andrés le entrega los documentos con una mezcla de tristeza y determinación. La verdad, por dolorosa que sea, debe salir a la luz.
Pero lo más escalofriante es la conclusión que ambos comienzan a aceptar: Jesús no estaba loco. Estaba decidido. Cada movimiento que dio fue calculado. Cada paso, parte de un plan mucho más oscuro de lo que jamás imaginaron. Su venganza no solo apuntaba a sus hermanos, a la empresa, a su pasado. También estaba dispuesto a sacrificar el futuro de su hija, con tal de demostrar su superioridad, con tal de ganar… a cualquier precio.
Mientras los documentos siguen revelando secretos enterrados, una nueva etapa se abre para la familia Reina. Ya no basta con sobrevivir a la pérdida. Ahora deben enfrentarse a las consecuencias de lo que Jesús dejó atrás. Y lo que está por venir podría destruirlos por completo.
¿Hasta dónde llegó el odio de Jesús? ¿Fue su sed de venganza más fuerte que el amor por su hija? ¿Qué papel juega Ricardo Gorriz en esta historia? ¿Y qué más se esconde en las sombras del legado de Jesús?
Déjanos tu opinión en los comentarios. ¿Qué crees que pasará ahora? ¿Podrá la familia Reina soportar la verdad? No te pierdas el próximo avance exclusivo de Sueños de Libertad. La historia está lejos de terminar… y cada capítulo es más intenso que el anterior.