En el capítulo 86 de Una nueva vida, la tensión alcanza un punto de ebullición. Ferit da un paso arriesgado al reunirse en secreto con el fiscal, quien le revela que llevan tiempo tras la pista de la Gran Dama. El tiroteo en la mansión confirmó las sospechas de que una guerra silenciosa se libra entre ella y su familia. Determinado a descubrir la verdad, Ferit traza un plan peligroso: infiltrarse en la prisión junto a Abidin para presionar a Sadik y obtener su confesión.
Para hacerlo creíble, le pide a Abidin que lo golpee en un bar. La escena resulta tan convincente que ambos son arrestados y llevados directamente a prisión. Una vez dentro, Ferit comienza a presionar a Sadik, pero el líder de la sala frustra el intento. En un tenso cara a cara con Abidin, Ferit revela que no fue Sadik quien mató a Aysen, sino que fue la madre de Abidin quien dio la orden. Apelando a su conciencia, lo convence de ayudarlo. Aunque duda, Abidin finalmente acepta.
Mientras tanto, fuera de los muros carcelarios, las piezas del ajedrez familiar se mueven con rapidez. Orhan intenta obtener respuestas de Chenjit, mientras que Abidin le cuenta a su madre que comparte celda con Sadik. Fingiendo lealtad hacia él, busca protegerse y ganar tiempo.
Por otro lado, Suna es presionada por Sizek para regresar a la mansión, evocando una promesa que alguna vez hizo. Aunque lo duda, accede. Orhan, viendo una oportunidad, sugiere que su presencia en la mansión podría beneficiar a Ferit si consigue nueva información. Simultáneamente, Orhan y Izakat intentan contener el escándalo ante los medios. Kim y Esme también llegan a la mansión, decididos a proteger a Suna de cualquier peligro.
La tensión dentro del hogar no se queda atrás. Si, con frialdad, impone reglas estrictas a Suna: ya no podrá comer sola en su habitación y sólo podrá alimentarse con lo que ella decida. La presión emocional crece por todos los frentes.
De vuelta en prisión, Ferit recibe un teléfono móvil oculto con el que planea grabar la confesión de Sadik. Pero Yasar lo descubre, y la situación se torna violenta. En medio del caos, una voz oscura dentro de la mente de Ferit lo empuja al abismo: “Mátenlo… la prisión es demasiado cómoda… ni Suna ni Seiran están aquí…” Pero Ferit, aferrado a su propósito, resiste.
Mientras tanto, Seiran enfrenta su propia batalla. Durante una reunión con inversores, le confiesan que ya no confían en Ferit, pero estarían dispuestos a continuar el negocio con ella al mando. Aunque mantiene la compostura, Seiran sabe que esta decisión lo cambiará todo. Llama a Orhan para pedirle que hable con Ferit, pero él se niega.
En la mansión, Seiran comunica la oferta y, aunque ICAT quiere rechazarla rotundamente, ella se planta con firmeza. “Solo intento proteger a esta familia… le di mi palabra a Alisaga”, afirma. Orhan la apoya, consciente de que deben ganar tiempo hasta que Ferit logre salir.
Wulgun, al conocer la situación, estalla de furia ante la injusticia que ha sufrido Ferit. Seiran suspira, agotada. Solo quiere que cuando él salga, aún tenga algo a qué aferrarse. Los inversores imponen una condición: el diseño central de la próxima colección debe ser algo revolucionario y simbólico. Inspirada, Seiran recurre a los antiguos diseños de su abuelo y descubre una leyenda que marcará el rumbo de su proyecto.
La historia narra cómo, hace miles de años, una mujer poderosa sacrificó su anillo de inmortalidad para construir un castillo que protegiera a su gente. El castillo fue terminado, pero ella murió al poco tiempo, al perder su razón para vivir. Seiran, impactada por la moraleja, se pregunta: “¿De qué sirve la inmortalidad sin un propósito?” Así, diseña un anillo inspirado en ese castillo legendario, con la esperanza de que se convierta en el símbolo de resistencia y redención de Ferit.
Mientras Seiran se sumerge en el pasado, el presente vuelve a golpear con fuerza. Sizek, al darse cuenta de que la policía está a punto de arrestarla, intenta escapar. Pero Cacin le arrebata los pasaportes y, en un acto desesperado, Kar toma a Suna como rehén, amenazándola con un cuchillo. “Devuélveme los pasaportes”, exige con furia. En el momento más crítico, Ferit y Abidin irrumpen en la mansión. Kar, acorralado, huye saltando por una ventana, jurando venganza desde las sombras.
Finalmente, la familia Coran logra regresar a su hogar. Orhan y Fakat observan el diseño de Seiran y lo consideran una obra maestra. “Has convencido a los inversores”, le dicen. Ferit, enterado del logro, sonríe con orgullo: “Sabía que Seiran haría todo por protegerme”. Un mensaje de la inversora confirma que han decidido continuar la asociación con Seiran Shanley.
El futuro aún está cubierto de incertidumbre, pero la esperanza ha regresado. Ferit sabe que aún hay batallas por librar, pero no está solo. Seiran ha demostrado ser su escudo y su espada, capaz de enfrentarlo todo con tal de salvarlo.
Así concluye un episodio lleno de giros dramáticos, estrategias arriesgadas y decisiones que podrían cambiar para siempre el destino de todos. ¿Podrá Seiran mantener firme su posición? ¿Logrará Ferit salir con vida y con la verdad en sus manos? La guerra contra la Gran Dama no ha terminado… pero la resistencia ha comenzado.