Las tensiones estallan y los vínculos familiares tambalean en el capítulo 309 de Sueños de libertad, donde una simple decisión sobre unas acciones podría alterar para siempre el destino de las familias Reina y Merino. La herencia de Julia se convierte en un campo de batalla estratégico, donde cada movimiento esconde lealtades, traiciones y ambiciones que amenazan con dinamitarlo todo.

La historia arranca con un Don Pedro enfurecido y frustrado tras una inesperada discusión con Digna. “No me esperaba esto de ella”, confiesa a su hermana Irene, decepcionado por el repentino cambio de postura de su prometida respecto a la venta de las acciones. Irene, intentando calmarlo, sugiere que tal vez Digna solo está actuando por consejo de Damián. Pero eso no hace más que avivar la ira de Don Pedro: está convencido de que los Reina, con Damián al mando, han manipulado a Digna para boicotear sus planes.

“Cuando por fin puedo hundir a los de la Reina, se echan atrás”, gruñe, sintiéndose traicionado. Irene le pide que intente comprender que Digna quiera que las acciones permanezcan en manos de la familia, en especial por María, la nieta de Julia. Pero Pedro lo ve de otra manera: “Eso solo demuestra que no confía en mí. Que el discurso de Damián ha calado en ella”. Irene insiste en que no se trata de desconfianza, sino de proteger un legado familiar. Sin embargo, para Pedro esto no es más que una excusa. “Esto va de poder. Solo de poder. Y no voy a dejar que Damián se salga con la suya”.

Mientras tanto, en casa de los Merino, también hay tormenta. Joaquín y Luis intentan comprender por qué Jesús dejó a María como gestora de toda la herencia de Julia. Luis es tajante: “Está claro que quiso fastidiar a Begoña y Andrés incluso después de muerto”. Joaquín, por su parte, advierte que esta decisión también complica la posición de los Reina, ya que María podría no votar con ellos. Digna, preocupada por la imprevisibilidad de María, sugiere tomar una medida drástica: “Hay que apartarla de la empresa cuanto antes”. Revela que Pedro ya le ha ofrecido comprarle las acciones.

En el bando de los Reina, Damián no disimula su preocupación. Está decidido a impedir que Pedro se quede con las acciones. Andrés está de acuerdo: si no queda otra opción, es preferible que las acciones pasen a manos de los primos. “Pedro quiere perpetuarse en el poder”, advierte Damián. Andrés duda que su tía lo permita, pero Damián no confía en que Digna se interponga. “María decidirá lo que más daño nos haga”, concluye Andrés, resignado.

Damián insiste en que hay que actuar con rapidez. “Tus primos son la mejor opción”, le dice a Andrés, intentando buscar una salida viable. En casa de los Merino, Digna también parece inclinarse por esa idea: “Sois sus tíos carnales, vais a defender sus intereses”. Pero hay un obstáculo evidente: el dinero. Pedro ha hecho una oferta poderosa y Brosart, los inversores franceses, también han entrado en la puja. Joaquín se muestra preocupado: “No tenemos capital suficiente”. Luis también duda: “¿Cómo vamos a igualar la oferta de Pedro?”

Digna, sin embargo, no está dispuesta a rendirse. “Tenemos que hacernos fuertes”, declara con firmeza. Y revela que Damián fue quien le dio la idea de mantener las acciones en la familia. Aunque reconoce que Damián no pondrá dinero, sí ha ofrecido su ayuda para que ellos puedan comprarlas. Joaquín, sin embargo, se muestra escéptico: “Yo no quiero deberle nada. Siempre está maquinando”. Digna les recuerda todo lo que Damián hizo por ellos en el pasado, pero también admite que no pueden volver a cometer el mismo error.

¿La solución? Vender unas tierras heredadas que están pendientes de recalificación. Luis y Joaquín lo ven como una operación arriesgada, pero Digna insiste en que deben consultar con el banco. “Esta operación puede que no sea rentable, pero no podemos dejar que Julia pierda su herencia”, dice. La determinación de Digna es clara: no permitirán que las acciones caigan en manos de Pedro ni de los franceses.

Mientras tanto, en la casa Reina, Damián intenta una última jugada desesperada: pedirle a Andrés que hable con María. Pero Andrés se niega. “No puedo soportarla. Me molesta verla en casa”, confiesa. Damián insiste, casi suplicando: “Tú eres su debilidad. Su talón de Aquiles. Haz lo que sea, pero convéncela. Por Julia, por su herencia. No podemos permitir que nos roben la empresa”. Andrés duda. Sabe que María no es tonta y que notaría cualquier intento de manipulación. Pero Damián le lanza un último mensaje desgarrador: “Los de la Reina estamos en tus manos. Este es uno de los momentos más peligrosos que hemos vivido”.

Y así, entre alianzas tensas, promesas vacías y un legado colgando de un hilo, se perfila una lucha despiadada por el control. María se encuentra en el ojo del huracán, con una decisión que no solo definirá su futuro, sino el de todas las familias implicadas. La batalla por la herencia de Julia está en su punto más álgido, y nadie saldrá ileso.

¿Tomará María una decisión que salve a los Reina o los condenará para siempre? ¿Lograrán los Merino reunir el dinero necesario antes que Pedro mueva su última ficha? El capítulo 309 será decisivo.