En el capítulo 309 de Sueños de Libertad, las piezas del ajedrez empiezan a moverse con una precisión milimétrica. Lo que parecía una batalla de egos se transforma en una guerra declarada por la verdad, el poder y el control absoluto del legado de los Carpena. Damián, con el colmillo más afilado que nunca, comienza a cercar a don Pedro tras descubrir un secreto devastador… y ahora nada lo detendrá.

Todo comienza cuando Damián se reúne con un viejo conocido: el detective que ha estado siguiendo los movimientos de la familia Carpena. En una conversación cargada de tensión, el detective le revela a Damián información explosiva sobre Irene, la mujer que parecía flotar sobre el conflicto con una calma impenetrable. La verdad, sin embargo, es mucho más oscura. El pasado de Irene está ligado profundamente al secreto mejor guardado de la familia Carpena, uno que, de salir a la luz, podría desestabilizar no solo a don Pedro, sino a toda la estructura de poder que lo rodea.

Con esta información en la mano, Damián cambia su estrategia. Ya no se trata solo de enfrentarse a don Pedro en público, sino de desmantelar su castillo desde dentro. Y su nuevo peón es Irene. Con un plan meticulosamente calculado, Damián se acerca a ella, tejiendo una red de confianza y apoyo que la hace bajar la guardia poco a poco. Irene, sin saberlo, comienza a abrirle las puertas de su intimidad emocional, viendo en él a un confidente amable y sincero. Pero cada gesto, cada palabra, cada silencio de Damián es una pieza más en su plan para atrapar a don Pedro.

Mientras tanto, la tensión crece en la casa. Raúl encuentra a María abatida tras un duro enfrentamiento con Andrés. Intenta consolarla, ofrecerle su apoyo incondicional, pero María lo rechaza con frialdad. Su mirada, lejana y firme, le deja claro que su corazón no tiene espacio para él. No ahora, no nunca. María está decidida a seguir su propio camino, aunque eso la aleje de todos.

En paralelo, Andrés estalla. Entra sin avisar al despacho de don Pedro, lo confronta directamente y le lanza una acusación grave: haber manipulado al Tribunal Eclesiástico para influir en la situación legal de María. Don Pedro se mantiene aparentemente sereno, pero la conversación sube de tono rápidamente. “Imagino que estará contento, ¿no? Ya estoy al tanto de su última jugada con María”, dice Andrés, con la voz cargada de rabia contenida.

Don Pedro intenta restarle importancia: “Si te refieres a mi deseo de comprar las acciones de Julia, te aseguro que no es ningún secreto.” Pero Andrés no cae en el juego. “Lo que no es ningún secreto es que quiere ser dueño y señor de esta empresa. Pero ha cometido un error… y muy grave.” Las palabras de Andrés perforan el escudo de tranquilidad de don Pedro, quien insiste en que no ha intervenido en el proceso judicial. Sin embargo, Andrés no le cree. Le recuerda que, como esposo de María, puede bloquear la venta de las acciones, aunque don Pedro contraataca usando el testamento de Jesús como escudo. “Eso no es posible”, afirma. Pero Andrés le lanza una última advertencia: “Digamos que lo consideraría un mal menor con tal que usted no se salga con la suya.”

En un rincón sombrío de la casa, Marta, Andrés y Damián debaten sus opciones. Marta, siempre clara y directa, pregunta si Andrés realmente considera dejar que los franceses de Brosart compren las acciones o si solo está usando esa amenaza para frenar a don Pedro. Andrés no duda: “Ahora mismo preferiría tener como socios a los franceses antes que a ese miserable.” Pero Damián, más estratégico, le recuerda que Brosart siempre tuvo la intención de absorberlos. Marta, con su habitual lucidez, agrega: “Incluso contrataron a Jesús. No podemos ponerles la alfombra roja ahora.”

Damián propone un nuevo plan: convencer a don Pedro de que retires su oferta. Para ello, decide acudir a Digna, esperando que ella, como su prometida, pueda influir en él. Pero se encuentra con un muro. Digna rechaza la petición con firmeza. “Don Pedro va a pagar el doble de lo que valen las acciones. Es lo mejor para el futuro de Julia”, sentencia, sin permitir que la emoción interfiera en su razonamiento. Damián insiste, apelando a la moral y a los verdaderos intereses familiares, pero Digna se mantiene inflexible.

La discusión se torna cada vez más amarga. Damián no se contiene y llama a don Pedro “una rata”, mientras Digna lo defiende con uñas y dientes. Entonces, Damián lanza una última carta: propone que los Merinos compren las acciones, y él mismo pondría el dinero que les faltara para superar la oferta de don Pedro. Pero Digna lo mira con desprecio y se burla: “¿Cómo vamos a comprarlas nosotros? ¡Va a pagar el doble!” Su ironía es cortante, su orgullo, infranqueable.

Esta confrontación marca un punto crítico. Las tensiones, que antes se escondían bajo las apariencias de cordialidad y conveniencia, explotan en enfrentamientos abiertos. El tablero se divide: por un lado, don Pedro y Digna; por otro, Andrés, Marta y Damián, cada uno con su propia estrategia, pero unidos por el rechazo a la manipulación de Pedro.

Mientras tanto, en el salón principal, la familia se reúne una vez más. Digna levanta su copa y brinda por el amor y la unidad. Pero en el ambiente flota la hipocresía. Irene y Damián intercambian una mirada cómplice, fruto de la estrategia tejida en la sombra. Don Pedro alza su copa con desconfianza, calculando cada segundo, sabiendo que el enemigo está más cerca de lo que parece.

Julia, aún tomada de la mano de Begoña, sonríe tímidamente, tratando de imaginar un futuro que aún parece incierto. Lo que ni ella ni nadie sabe es que la tormenta apenas comienza.

El capítulo 309 no es solo un avance más: es el preludio del colapso, del desenlace inevitable donde las máscaras caerán y los secretos saldrán a la luz. Damián ha atrapado a don Pedro en su propia red, pero el juego está lejos de terminar. ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar cada uno para proteger lo que ama… o lo que ambiciona?

Comenta con nosotros: ¿está Digna cegada por amor o realmente cree en don Pedro? ¿Podrá Damián mantener su máscara por mucho más? ¿Y qué papel jugará Irene cuando descubra que fue utilizada como ficha en una guerra ajena? El destino de los Carpena está en juego… y cada paso cuenta.