La tensión vuelve a apoderarse del Palacio de los Marqueses de Luján, y esta vez el epicentro es un acontecimiento que podría cambiarlo todo: la boda secreta entre Catalina y Adriano. Un enlace tan esperado como arriesgado, lleno de secretos, aliados ocultos… y enemigos al acecho. En las sombras del palacio se prepara un plan que, si bien busca sellar una historia de amor, también podría detonar una guerra silenciosa contra los poderes establecidos. ¿Lograrán casarse finalmente o la boda terminará, una vez más, en desastre?

Todo comienza con una certeza: Catalina y Adriano están decididos a unir sus vidas. El amor entre ellos ha desafiado convenciones, estatus y amenazas. Y ahora, cuando todo parece en su contra, han optado por dar el paso definitivo, lejos de los focos y las miradas inquisitivas de la alta sociedad. Pero, como bien sabemos, La Promesa nunca ha sido un lugar donde los secretos se mantengan mucho tiempo ocultos.

El plan, meticulosamente diseñado, cuenta con la ayuda del padre Samuel —el mismo sacerdote que ya participó en una boda frustrada anteriormente, la de Manuel y Jana—, y de un reducido círculo de confianza: Simona como madrina, Manuel como padrino, y María Fernández como cuidadora de los bebés mientras los novios escapan discretamente del palacio. El lugar del enlace aún no se ha revelado oficialmente, pero todo apunta a que el hangar, por su privacidad y cercanía, es el sitio elegido para este acto clandestino.

Sin embargo, la sombra de la vigilancia se cierne sobre ellos. Leocadia, cada vez más desconfiada y autoritaria, ha puesto a Petra Arcos —la siempre dispuesta Mata Hari del palacio— a seguir todos los pasos de Catalina. Y si Petra descubre el plan, el destino del enlace pende de un hilo.

Este giro recuerda con fuerza aquella primera boda secreta frustrada: la de Manuel y Jana. En esa ocasión, la marquesa Cruz apareció en el último segundo para desbaratar los planes de su hijo. La historia podría repetirse, pero esta vez con un nuevo antagonista: Leocadia de Figueroa. Porque si algo ha dejado claro esta mujer, es que no permitirá que el palacio escape a su control.

La semana promete emociones fuertes. El lunes, según los avances, veremos cómo los implicados afinan cada detalle del enlace. La tensión está al máximo. El silencio, las miradas cómplices y los desplazamientos discretos son la norma. Nada puede fallar… o eso creen.

El martes será el gran día. Catalina, Adriano, Manuel, Simona y el padre Samuel se encontrarán fuera del alcance de las miradas para sellar su compromiso. Todo parece ir viento en popa. Pero el verdadero clímax llegará el miércoles, cuando, en el momento más inesperado y dramático, haga su aparición doña Leocadia, dispuesta a impedir la ceremonia.

Una escena que sin duda evocará recuerdos del pasado: otra boda, otro amor interrumpido, otro corazón roto. Pero esta vez, Catalina no está dispuesta a ceder tan fácilmente. Hija del marqués, y con toda la fuerza de quien ha resistido la adversidad, Catalina podría plantar cara como nunca antes lo ha hecho. Porque la pregunta ya no es si la boda puede celebrarse, sino quién tiene realmente el poder para impedirla.

Y es que hay un punto clave que podría desmontar toda la amenaza de Leocadia: la carta del rey. Según ella, un mensaje de la casa real podría dejar a todos en la ruina si Catalina desobedece ciertas normas. Pero, ¿y si esa carta no es más que una invención? ¿Y si Leocadia falsificó el mensaje para manipular a todos a su antojo? La sospecha está sembrada. Y si se confirma, no solo la boda podría celebrarse… sino que Leocadia podría quedar completamente desenmascarada.

Todo está en juego: el amor, la libertad, la verdad… y el futuro de La Promesa. Esta boda no es solo un acto de amor, es una declaración de rebeldía, una afrenta al poder establecido. Y si finalmente se interrumpe, como muchos temen, será porque las fuerzas del pasado aún tienen garras afiladas que se niegan a soltar el control.

¿Será este el segundo intento fallido de matrimonio en los pasillos del palacio? ¿O Catalina y Adriano lograrán lo que Manuel y Jana no pudieron: consumar su amor ante los ojos de Dios y alejarse de las cadenas del linaje? La respuesta está más cerca que nunca.

El próximo capítulo nos dará esa verdad, y quizás, solo quizás, una nueva esperanza.

¿Tú qué crees? ¿Conseguirá Leocadia arruinarlo todo o por fin veremos una boda que no termine en lágrimas?

La cuenta regresiva ha comenzado… y nada volverá a ser igual en La Promesa.