El capítulo 78 de Una nueva vida estalla desde el primer momento con un giro demoledor: Ferit recibe las tan esperadas piedras preciosas, pero lo que parecía un día de triunfo se convierte en una pesadilla. La familia entera se reúne con ilusión frente a las muestras, y Ferit, orgulloso, propone llevarlas a la habitación del abuelo. Lo que ignora es que su mundo está a punto de tambalearse.

Mientras tanto, en otra parte de la mansión, Seiran confronta a su hermana Suna con creciente desconfianza. Intuye que algo ocurre entre ella y Ferit, y ya no puede callarlo. Suna intenta evadir las preguntas, pero Seiran insiste, con la voz quebrada por la frustración y el miedo: “No eres tú últimamente, tu mirada, tus gestos… ¿qué estás ocultando?” Finalmente, Suna confiesa con un hilo de voz: mintió sobre su estado de salud. No está enferma como hizo creer, pero ha recibido un diagnóstico devastador: sus posibilidades de ser madre son mínimas. Existe un tratamiento, sí, pero también el riesgo de que su antigua enfermedad reaparezca. El mundo se les viene abajo a ambas, y la promesa de apoyarse mutuamente se vuelve más vital que nunca.

Pero el golpe más fuerte del día aún está por llegar. En la habitación de Alice, la tensión explota cuando ella revisa las piedras que Ferit trajo y grita: “¡Todas estas piedras son falsas!” Ferit palidece. Está convencido de que fueron auténticas cuando las compró, incluso las revisó junto al experto. Pero las pruebas son contundentes: lo han estafado, y la familia Coran ha sido humillada. Orhan, decepcionado, le reclama duramente. Alice, furiosa, exige explicaciones. “¿Cómo permitiste que estas piedras se perdieran en el camino?”, le grita. “¡Has destruido a esta familia!”

El desastre empresarial pone a Ferit contra las cuerdas. Nadie cree en su versión, excepto Seiran, que sostiene que algo extraño ocurrió en el taller. Pero en vez de agradecérselo, Ferit se encierra en sí mismo. Seiran lo enfrenta directamente: “Te advertí sobre el envío. Te burlaste de mí. ¿Y ahora qué?” Ferit responde con desdén, prometiendo resolverlo por su cuenta. “No vengas hacia mí”, le lanza, pero Seiran no cede: “Yo también estoy metida en esto ahora, Ferit. No puedes seguir actuando por impulso”. La discusión escala, y Ferit, al borde de la explosión, la manda a callar con los ojos inyectados de rabia.

Lejos de allí, en la casa de la Gran Dama, otro secreto estalla. Abidin se enfrenta a Sizek, quien afirma ser su madre biológica. Con lágrimas y documentos en mano, intenta demostrarlo: “Mira, este papel lo confirma. El nombre de tu padre está aquí también”. Pero Abidin no cae fácilmente. ¿Dónde has estado todos estos años?, exige saber. Sizek confiesa: la dieron por muerta tras un accidente que casi la mata. La familia fingió su fallecimiento para protegerla de Alice, y ella misma creyó que Abidin había muerto. Su reaparición fue provocada al verlo en televisión. “Dije: gracias a Dios, está vivo. Entonces supe que había llegado el momento.”

Abidin está lleno de incredulidad. “Fui a tu tumba”, le recuerda con amargura. “Abracé la tierra que te cubría.” Sizek, con la voz rota, cuenta la tragedia familiar: su esposo —el padre de Abidin— murió aplastado por el poder de Alisaga. Alice heredó el anillo que le correspondía a su padre. Abidin no puede contenerse: “Ese anillo se lo dio a Ferit”, confirma, encendiendo más la tensión. Sizek asiente con resignación: “Tu padre solo quería recuperar lo que era nuestro, pero su odio hacia Alice nos destruyó.”

La historia se oscurece aún más cuando Abidin revela que su padre disparó por la espalda a su tío Alice. Ese disparo fue el punto de no retorno. A partir de ese momento, el caos se desató. Sizek rememora haber estado en coma durante meses, y cómo su familia fingió su muerte para salvarla. “Me dijeron que tú también habías muerto”, confiesa, llorando. Pero entonces conoció a un empresario francés que le ofreció protección y venganza. “Dije: viviré solo por una razón. Destruiré a Alice.”

El aire se corta cuando Sizek lanza su bomba final: “Tengo la hipoteca de la mansión Coran.” Abidin la mira con incredulidad: “Eso no puede ser verdad. Mi esposa no haría algo así.” Pero Sizek no cede: le muestra la firma de Suna en los documentos. “¿Crees que ella no te haría esto?”, le pregunta con una mezcla de compasión y rabia. “Suna y Ferit han estado actuando en secreto. Tú lo ignoras todo. Pero tú no eres un estúpido. Eres mi hijo. Déjame ayudarte. Déjame castigar a quienes te traicionan.”

Pero Abidin, con los ojos ardiendo, responde con firmeza: “Tu problema no soy yo. Tu problema son los Coran. Si quieres venganza, no me uses como peón.”

El capítulo concluye con el mundo de Una nueva vida al borde del colapso. La traición, la mentira, la enfermedad y el resentimiento se entrelazan en una red que amenaza con asfixiar a todos. Las piedras falsas no solo son símbolo de un negocio fallido, sino de una familia en ruinas, donde nadie sabe en quién confiar… y donde cada verdad revelada hiere más que la anterior.

¿Podrá Ferit limpiar su nombre y salvar a los Coran del escándalo? ¿Aceptará Abidin su verdadera historia? ¿Y qué hará Seiran ahora que todo se tambalea a su alrededor?

Todo esto y más… en el próximo capítulo de Una nueva vida. ¿Quieres que avancemos con el capítulo 79?