Con la entrada repentina de Ferit en la sala, la atmósfera se tensa al máximo. Suna está visiblemente afectada, con lágrimas en sus ojos, mientras Seyran mantiene una expresión helada, casi indiferente. La culpa que refleja el rostro de Ferit es palpable, pero, para su sorpresa, Seyran toma rápidamente el control de la situación, reorientando la conversación hacia otros temas, tratando de mantener la calma y evitar un estallido emocional en ese preciso momento.

Seyran, consciente de que debe manipular las palabras que Ferit había escuchado a su favor, comienza a explicar la situación, hablando de su enfermedad en términos de un trastorno psicológico. Justifica sus emociones como resultado del intenso estrés que ha vivido, sumado a los traumas de su pasado. Con un tono calmado y convincente, asegura que fue esta misma situación la que Suna descubrió, involucrándola en un momento de gran emoción. Ferit, confiado como siempre en Seyran, no duda ni por un segundo en aceptar su explicación, sin sospechar que ella pueda ocultarle algo más. La tristeza en su rostro refleja su preocupación por la salud emocional de su esposa, pero está convencido de que todo esto es solo un mal momento pasajero. Quiere apoyarla, tranquilizarla, y le promete que todo mejorará pronto.

A pesar de las palabras reconfortantes de Ferit, la tormenta interna de Suna no se calma. Suna, quien es la única que conoce la verdad completa sobre la condición de Seyran, siente una presión insoportable al cargar con este secreto. Las palabras de Saffet aún resuenan en su mente, revelando que Seyran está enfrentando una enfermedad grave, algo que su conciencia ya no puede ignorar. Suna, atormentada, no logra mirar a Ferit a los ojos, sintiendo la angustia de estar involucrada en una mentira tan grande. Pero Seyran, al notar la lucha interna de su hermana, la mira fijamente, transmitiéndole un mensaje silencioso: aún no es el momento de decirle a Ferit la verdad. Suna, aunque destrozada, decide esperar el momento adecuado.

Seyran le promete que le explicará todo en su debido tiempo, pero que ahora no puede revelar nada. Es un pacto tácito entre ellas, y Suna, aún llena de dudas, acepta, aunque su corazón se siente cada vez más pesado. Mientras tanto, Ferit, ajeno a la tensión emocional que se desenvuelve entre las dos hermanas, sigue enfocado en intentar calmar a Seyran, convencido de que pronto todo esto quedará atrás.

Sin embargo, la situación de la familia Korhan se complica aún más cuando Ferit descubre que Kaya, en su afán por proteger a Saffet, lo ha forzado a entrar en un coche y llevarlo a la mansión. Ferit se enfurece al enterarse de que la presencia de Saffet podría poner en peligro la estabilidad emocional de Suna. Decidido a evitar una nueva crisis, Ferit ordena que Saffet sea liberado y que nunca regrese a la mansión, asegurándose de que desaparezca de sus vidas de una vez por todas.

A medida que los eventos se desarrollan, la situación en la mansión se vuelve aún más turbia. İfakat, quien acaba de obtener su libertad gracias a la declaración de Gülgün, se enfrenta a la amarga realidad de que Halis Korhan podría haber sacrificado a su propio hijo, Orhan, para cumplir con sus propios intereses. Este descubrimiento llena a İfakat de una profunda decepción y le hace cuestionar la lealtad de Halis, a quien siempre había considerado un aliado inquebrantable.

Por otro lado, Tayyar sigue ejecutando sus planes en las sombras. Su próxima jugada implica a Esme, a quien lleva a la casa de Kazım y Zerrin. Esme, al ver a Zerrin con Kazım, no puede contener su ira y, en un arranque de celos y frustración, arremete contra ella. La pelea entre las dos mujeres rápidamente escala a una violencia descontrolada, y en medio de la confrontación, Esme empuja a Zerrin, quien cae al suelo, golpeándose la cabeza con el borde de una mesa. El impacto es brutal, y Zerrin queda inmóvil. El silencio de la sala se vuelve ensordecedor mientras todos los presentes se dan cuenta de la gravedad de lo ocurrido.

El caos se apodera de la escena, y Kazım, al ver a Zerrin en estado crítico, entra en shock. No sabe cómo reaccionar y, abrumado por la situación, se ve obligado a llamar a Ferit para pedir ayuda. Ferit, al recibir la llamada, se apresura a ir al hospital, pero en ese momento, en la mansión, una nueva verdad oscura comienza a revelarse. Seyran, quien aún no sabe nada sobre lo que ha sucedido con Zerrin, se encuentra con Suna en su habitación, y finalmente decide confesarle la verdad sobre su enfermedad. Habla sobre su diagnóstico, sus tratamientos, y el miedo que la ha estado consumiendo en silencio. Suna, incapaz de soportar el dolor de escuchar a su hermana, no puede evitar llorar. La posibilidad de perderla se siente cada vez más real.

Pero mientras Seyran enfrenta sus propios demonios, la lucha por el poder en la familia Korhan sigue intensificándose. Halis, quien aparentemente había liberado a Mezide para ganarse su confianza, descubre que todo ha sido parte de un plan mucho más grande. Mezide, junto con Şehmuz, ha logrado escapar gracias a una traición, y ahora, unidos, están decididos a destruir a Halis y a la familia Korhan. Mientras tanto, Kazım, angustiado por lo que ha sucedido, le pide a Tayyar que ayude a Esme a esconderse, temiendo que el incidente se haga público y acabe con sus vidas.

La tensión en el hospital sigue creciendo, con Pelin, al enterarse de la condición de su madre, enfrentándose a Kazım con furia y dolor. La situación se vuelve aún más insostenible cuando Ferit intenta mediar, pero el caos se desata nuevamente. En medio de todo esto, Seyran, al enterarse de lo ocurrido, comienza a cuestionar a Ferit por sus secretos, sintiendo que hay cosas que le están ocultando. El dolor y la frustración crecen, y Seyran se ve atrapada en una red de mentiras y traiciones que amenaza con desmoronarlo todo.

La oscuridad se cierne sobre ellos mientras cada uno lucha con sus propios demonios, y el futuro de la familia Korhan parece más incierto que nunca.