En el capítulo 592 de La Promesa, las emociones están al límite y las verdades que durante años se ocultaron finalmente salen a la luz, sacudiendo los cimientos de la familia. Eugenia, con la dignidad recuperada, decide enfrentar a Alonso, el hombre que la traicionó doblemente: como hermana y como madre adoptiva.

Todo comienza cuando Eugenia y Curro entran en una sala donde se encuentra Alonso. El ambiente se enrarece de inmediato. El rostro de Alonso se tensa al ver a Curro vestido con ropas que reflejan su nuevo estatus en la casa. Es un gesto simbólico, pero poderoso, que revela que Curro ya no es un simple criado, sino alguien con identidad, historia… y sangre noble.

Curro, con humildad y respeto, intenta desactivar la tensión: reconoce que esta situación no era parte del acuerdo inicial. Sin embargo, Alonso se muestra frío e incómodo. Incluso lo reprende por llamarlo “señor”, evidenciando la tensión emocional y moral que lo consume. Pero Eugenia no está dispuesta a tolerar más hipocresías. Toma la palabra con serenidad y firmeza, cortando el drama de raíz: ella ya lo sabe todo.

Ante la revelación, Alonso queda impactado. No entiende cómo Eugenia ha podido soportar la verdad sin quebrarse. Pero ella demuestra una fortaleza renovada: no solo está en pie, sino que está en control. Le pide a Curro que baje a la cocina a buscar una tisana y algo para merendar. Un gesto de calma que precede a la tormenta.

En cuanto Curro abandona la habitación, Alonso empieza a desahogarse. Confiesa que ya era imposible seguir ocultando la verdad: la procedencia de Curro era un secreto a voces. Pero Eugenia, implacable, lo obliga a decirlo sin adornos: Curro es su hijo, fruto de una aventura con una criada.

Alonso, acorralado, lo admite con vergüenza. Explica que fue un error, una debilidad, y que se arrepiente profundamente de haberle sido infiel a su hermana. Pero intenta justificarse: las circunstancias lo llevaron a actuar así. Eugenia, dolida pero firme, no acepta excusas: ya escuchó demasiadas de su difunto marido infiel.

Alonso insiste en que Dolores, la madre de Curro, no fue una simple criada. La amaba sinceramente. Pero matiza que no está allí para hablar de ella, sino de su hijo. Entonces, Eugenia lanza una pregunta que lo desarma: ¿sabía que Curro era su hijo cuando se lo entregaron a ella para criarlo?

Alonso niega con fuerza, genuinamente conmocionado. Asegura que nunca habría permitido semejante engaño si hubiera sabido la verdad. Confiesa que cuando le dijeron que Dolores y sus hijos habían muerto, sintió un dolor profundo que nunca logró superar.

Pero Eugenia no se rinde. Le exige explicaciones: si amaba tanto a Dolores, ¿por qué entonces ha tratado siempre a Curro con tanta frialdad? Alonso no sabe responder. Solo dice que sentía por él un cariño inmenso, como si fuera más que un sobrino, sin entender por qué.

Eugenia sugiere que, tal vez, su corazón siempre supo la verdad, aunque su mente la negara. Y ahora que ya la conoce… ¿por qué sigue alejándolo? ¿Por qué no le da a Curro el lugar que le corresponde por derecho?

La respuesta de Alonso desgarra el alma: “Porque no puedo”. Explica que, tras el reciente escándalo en la Casa Real, todas las miradas están sobre ellos. Cada paso es vigilado. Si desobedecen las órdenes o actúan fuera de protocolo, podrían perderlo todo: el título, la herencia, el honor familiar.

Se trata de una escena marcada por la culpa, la tristeza y la imposibilidad. Alonso está dividido entre la necesidad de hacer justicia por su hijo… y la obligación de proteger a los demás miembros de su familia. Se justifica diciendo que es una cuestión de supervivencia. Eugenia lo escucha, pero está profundamente herida.

En su rostro hay dolor, pero también determinación. No puede comprender cómo un padre puede seguir negando al hijo que ha sufrido tanto. Curro, que ha crecido entre sombras, desprecios y confusión, merece la verdad, el amor y la dignidad de su linaje.

Este capítulo marca un antes y un después. Las máscaras han caído. Eugenia ha recuperado su voz, y ahora la usa para defender lo que es justo. Curro, aunque aún no lo sabe todo, está cada vez más cerca de conocer su identidad completa. Y Alonso, el hombre que durante años vivió entre el deber y el deseo, entre la culpa y la mentira, deberá tomar una decisión que definirá el destino de todos.

¿Seguirá protegiendo el nombre de su familia a costa de su hijo? ¿O finalmente hará lo correcto, aunque eso implique enfrentarse al juicio público y perder los privilegios que tanto valora? La Promesa se adentra en una etapa de emociones intensas, dilemas morales y decisiones irreversibles.

El público queda en vilo, esperando el próximo capítulo con el corazón en un puño. Porque en La Promesa, el pasado no perdona… y la verdad siempre encuentra la forma de salir a la luz.