En el próximo e impactante capítulo de La Promesa, el velo de los secretos comenzará a desgarrarse con una fuerza que pondrá en jaque a todos los habitantes del palacio. Eugenia, tras haber permanecido varios días bajo el mismo techo que aquellos que la creyeron destruida, tomará una decisión definitiva: ha llegado el momento de revelar lo que por años guardó bajo siete llaves. Esta confesión no solo pondrá al descubierto su pasado, sino que también desatará una tormenta emocional y política que sacudirá los cimientos de la finca.

Curro, inquieto por los movimientos silenciosos de su tía, intentará confrontarla. “¿Qué estás planeando?”, le preguntará con desconfianza. Pero Eugenia, fiel a su estilo enigmático y sereno, le responderá con una frase que será el eco que anticipe la tormenta: “Lo sabrás cuando sea el momento.”

Y ese momento llegará. En pleno cumpleaños de Lorenzo, en medio de la celebración organizada para enaltecer la figura de un hombre que esconde oscuras verdades, Eugenia irrumpirá en la fiesta con una presencia helada. Pedirá silencio. Con voz firme, anunciará que alguien muy especial está por cruzar la puerta. Una persona que ha estado oculta, protegida por ella durante años… y que ahora ha regresado para revelar el mayor secreto de su vida. Todos quedarán en vilo, y la inquietud se instalará en cada rincón de la sala.

Mientras tanto, en la biblioteca, horas antes de esta revelación, se vivirá una de las confrontaciones más tensas entre Eugenia y Lorenzo. Ella ingresará con paso lento, solemne, y se encontrará al capitán esperando junto a la chimenea. “Ya cumpliste tu función. Es hora de irte”, dirá él sin rodeos. Pero Eugenia no se dejará amedrentar. Sentada con elegancia, con la voz cargada de desprecio, le recordará que ha sobrevivido a médicos que la drogaron, a un marido que la anuló, a una sociedad que la etiquetó como loca. “¿Tú? No eres más que un farsante con uniforme.”

Cuando Lorenzo, fuera de sí, le exija saber por qué ha vuelto, Eugenia lo mirará directo a los ojos y le soltará una frase que hará que el silencio se convierta en cuchilla: “No eres mi mayor problema. Leocadia lo es.” Y con esa acusación, abrirá una herida peligrosa. “Ustedes son amantes. Conspiran contra este palacio. Y ahora tienen un problema que no se deja callar.” Antes de irse, se detendrá en la puerta y, con una sonrisa gélida, le susurrará: “Duerme bien, Lorenzo… mientras puedas.” El impacto en Lorenzo será inmediato. Saldrá de la biblioteca temblando, descompuesto, como si hubiese visto un fantasma.

Cruzará los pasillos con desesperación hasta llegar a la sala de música, donde Leocadia lo recibirá sin saber que su mundo está a punto de desmoronarse. “Lo sabe todo”, dirá él sin aliento. “Nos ha desenmascarado. Sabe que somos amantes. Que estamos conspirando.” Por primera vez, el miedo se reflejará en el rostro de Leocadia. “Si habla, estamos perdidos”, admitirá. “El marqués no nos protegerá. Curro y Manuel se volverán contra nosotros. Pía no parará hasta vernos destruidos.” Ante esta amenaza, decidirán actuar sin demora.

A la mañana siguiente, Leocadia entrará en el salón principal con una sonrisa artificial y un plan letal. A su lado, un hombre de aspecto distinguido cargando un maletín: el doctor Eudoro. “He traído un médico para que cuide de ti, Eugenia”, dirá dulcemente. La sorpresa será general. Rómulo y María Fernández intercambiarán miradas tensas, mientras Eugenia alzará una ceja. “¿Mi médico particular?”, preguntará con sarcasmo. “¿Y desde cuándo tanta generosidad?”

Leocadia insistirá: “Es por tu salud. Todos sabemos que has pasado mucho. Solo queremos evitar una recaída.” Eugenia, con los ojos clavados en el doctor, aceptará… pero con una sonrisa cargada de suspicacia. Porque, aunque parezca que baja la guardia, en su interior sabrá que están intentando desestabilizarla.

Lo que nadie esperará es que Eugenia está más alerta que nunca. Al notar el extraño sabor dulce en cada infusión, al ver la insistencia con la que el doctor le pide beberlo todo, entenderá que hay un plan detrás. No tragará ni una gota. Fingirá hacerlo, dejando que el líquido escurra entre sus labios o arrojándolo discretamente en un jarrón escondido. Las pastillas irán a parar a una caja bajo el suelo de su habitación. Mientras tanto, desde fuera, parecerá que el “tratamiento” funciona. “Está más serena”, dirá Leocadia a Lorenzo. “Pronto podremos sugerir su reingreso.”

Pero ellos no sabrán que Eugenia, mientras finge docilidad, está reuniendo pruebas. Y que ya ha contado todo a Curro y a Pía. “Están intentando doparme. Pero no lo lograrán. Esta vez, no”, dirá con determinación. Pía, horrorizada, preguntará: “¿Y si intentan obligarte?” Eugenia, con el fuego de una mujer renacida, responderá: “No podrán. Porque ahora soy yo quien observa. Sé exactamente de lo que Leocadia es capaz. Ella no quiere cuidarme. Quiere aniquilarme.”

Y mientras el cumpleaños de Lorenzo avanza hacia su clímax y los invitados ignoran que están al borde de un estallido, Eugenia prepara su jugada final. Ha protegido a alguien todo este tiempo, alguien que podría cambiarlo todo: Jana. ¿Dónde ha estado? ¿Por qué fue escondida? ¿Qué verdades arrastra su reaparición?

La respuesta se revelará cuando Eugenia, frente a todos, interrumpa la fiesta del villano con un anuncio que cortará el aire como una navaja. “Ha llegado el momento. La persona que oculté… ha vuelto.” El murmullo crecerá. Las miradas se cruzarán. Y en ese instante, los secretos comenzarán a salir como espectros liberados de su prisión.

Porque Eugenia no ha vuelto solo para quedarse.

Ha vuelto para destruir a los culpables.

¿Estás listo para saber quién es Jana realmente y por qué su regreso podría ser el final de Lorenzo y Leocadia?

El próximo episodio de La Promesa será una bomba emocional… y nadie saldrá ileso.

¿Te gustaría que te prepare un avance especial sobre el regreso de Jana y su relación con Eugenia?