La calma que tanto le costó construir a María se rompe en mil pedazos con una simple llamada telefónica. Lo que parecía una tarde tranquila en la residencia Reina se convierte en el inicio de un huracán emocional que amenaza con arrastrarlo todo a su paso. El sonido insistente del teléfono no es más que el preludio de una tormenta que lleva años gestándose en silencio. Manuela, sin sospechar el peso de lo que está por ocurrir, contesta con naturalidad. Pero cuando pronuncia el nombre “Berta Zárate”, el tiempo se detiene. María, inmóvil, siente que el pasado irrumpe sin pedir permiso.

Berta, la hermana de Víctor, ese hombre cuya muerte aún marca las noches de insomnio de María, ha llamado. Su voz es una daga envuelta en cortesía. Los recuerdos estallan como cristales rotos en la mente de María. La conversación, aunque educada, destila dolor, sospechas y un vacío que amenaza con arrastrarla. Y lo más inquietante: la sensación de que algo se avecina. Algo que podría desenmascararla para siempre.

Pero no está sola. Damián, el eterno estratega, el hombre que siempre parece tener un as bajo la manga, ha estado escuchando. Sale de su despacho como un depredador oliendo sangre. Pregunta quién era con una frialdad calculada, sabiendo ya la respuesta. María, con la dignidad que aún le queda, lo enfrenta. Pero lo que sigue es un duelo donde las palabras cortan más que los cuchillos.

Damián la acusa, sin hacerlo del todo. Insinúa que ella filtró información a Pedro Carpena. Que fue ella quien saboteó su encuentro con su antiguo socio. María niega, con orgullo, pero por dentro el miedo empieza a horadar su seguridad. Y entonces, llega la amenaza directa: si vuelve a actuar contra él, Damián lo contará todo. Le dirá a Berta la verdad sobre la muerte de su hermano. Y no solo eso. También alertará a la Guardia Civil. La acusa abiertamente de haber asesinado a Víctor.

El ambiente se vuelve irrespirable. Pero María no se amilana. Da un paso al frente y, en un susurro cargado de valentía, lo desafía: ella también tiene secretos. También puede hablar. También puede destruirlo. Damián sonríe, pero no es una sonrisa de victoria. Es la mueca de quien sabe que el equilibrio de poder ya no es el mismo. Que ambos están atados por el pasado, por la muerte, por una cadena de secretos que, si se rompe, podría aniquilarlos a los dos.

El duelo verbal entre ellos marca un antes y un después. Ya no hay espacio para la diplomacia. La guerra ha comenzado. Y lo más peligroso es que ambos tienen demasiado que perder… y también demasiado que ganar si el otro cae.

La conversación con Berta no fue una casualidad. La llamada fue solo la primera ficha del dominó. ¿Qué pretende realmente Berta? ¿Sabe más de lo que aparenta? ¿O está siendo manipulada por alguien desde las sombras? Lo cierto es que su irrupción en la vida de María no es inocente, y María lo sabe. Siente el vértigo de quien camina sobre una cuerda floja.

Mientras tanto, Damián juega su propia partida. Con la muerte de su hijo aún fresca, ya no se siente atado por los límites de la compasión o la moral. Su dolor se ha convertido en una justificación para todo. Para controlar, para manipular, para destruir. Y María, a sus ojos, representa una amenaza que debe ser neutralizada.

Pero María no es la mujer frágil que muchos creen. Ha sobrevivido a demasiadas cosas como para rendirse ahora. Aunque el miedo la invade, su instinto de supervivencia se impone. Tiene claro que si Damián cumple su amenaza, ella también hablará. Y lo que ella sabe podría desmoronar el mundo de Damián desde sus cimientos.

El conflicto entre ellos no es solo personal. Es político. Empresarial. Familiar. Una guerra silenciosa donde cada palabra puede ser una bala. Don Pedro, Carpena, la muerte de Víctor, la herencia de secretos, la pérdida del hijo de Damián, la empresa… todo se entrelaza en una madeja que amenaza con estrangularlos a todos.

Y entonces, la pregunta se instala como una sombra: ¿dará Damián el paso final? ¿O es solo un farol para intimidar a María? ¿Y ella? ¿Podrá mantenerse en pie sin traicionar nuevamente sus principios, su pasado… o a sí misma?

Las próximas escenas en Sueños de libertad prometen un estallido de emociones. Porque cuando los secretos empiezan a salir a la luz, nadie queda ileso. María tendrá que tomar decisiones que podrían marcar su destino para siempre. Y Damián… podría descubrir que hay batallas que no se ganan con amenazas, sino con verdad.

Este capítulo nos deja con el corazón en un puño. Las cartas están sobre la mesa. Y lo que está en juego no es soloes la verdad, sino el alma de dos personajes que han llegado demasiado lejos para retroceder.

¿Qué hará María ahora que ha sido acorralada? ¿Podrá seguir ocultando la verdad? ¿Y Damián, será capaz de llevar su amenaza hasta el final? Solo el tiempo lo dirá. Pero una cosa es segura: Sueños de libertad nunca había estado tan cargada de tensión, de traición… y de venganza.

¿Quieres que te prepare el siguiente spoiler basado en lo que ocurrirá después de este enfrentamiento?