En La Promesa, el poder ya no es solo un símbolo de nobleza, sino un campo de batalla lleno de traiciones, secretos y verdades que hieren como puñales. Y ahora, dos mujeres imponentes, Leocadia y Eugenia, se colocan en el centro del huracán. Una lucha silenciosa pero feroz se desata entre ellas, mientras el resto de los personajes queda atrapado en una red de emociones, decisiones difíciles y lealtades divididas.
Todo comienza con el regreso inesperado de Eugenia, la hermana del marqués, quien irrumpe en una cena formal organizada para consolidar una alianza estratégica entre los Luján y los González. Pero lo que debía ser una velada de celebración se convierte en una escena tensa e inolvidable. Eugenia, con la mirada dura y la voz firme, lanza una frase que sacude los cimientos de la familia: “Tú nunca fuiste mi hermana.” Las palabras caen como un rayo, dejando a Cruz paralizada y al resto de los presentes sin aliento.
Lo que sigue es una lluvia de acusaciones. Eugenia revela secretos familiares, expone mentiras enterradas y responsabiliza a Cruz por haber destruido su vida. El salón, envuelto en un silencio glacial, se convierte en un tribunal improvisado. Nadie se atreve a hablar. Alonso, el marqués, observa en shock, incapaz de defender a su esposa o de detener a su hermana. Mientras tanto, Leocadia, en un rincón de la sala, esboza una leve sonrisa. Ha esperado este momento durante mucho tiempo.
Leocadia ha tejido su red con paciencia, aprovechando la ausencia de Cruz para fortalecer su influencia en el palacio. Ahora, ve en la tormenta desatada por Eugenia la oportunidad perfecta para tomar las riendas. Con la complicidad de Lorenzo, empieza a mover los hilos desde las sombras, alimentando el caos y preparando su jugada maestra. Su venganza es personal. Su objetivo: destruir a Cruz y posicionarse como la nueva matriarca indiscutible de la finca.
En paralelo, los demás personajes viven sus propios dilemas. Manuel, el joven heredero, recibe del sargento Burdina una bolsa con monedas de oro, fruto de un acuerdo anterior. Pero el dinero es solo el principio. El sargento trae malas noticias: el juicio contra Cruz por asesinato ya tiene fecha. Manuel, dividido entre el amor por su madre y su sed de verdad, se sumerge en una tormenta emocional.
Curro, por su parte, se debate entre dos vidas. Junto a Pía, continúa investigando la muerte de Hann, mientras intenta encajar en un rol noble que ya no siente como suyo. Su vínculo con Martina se hace más fuerte, una conexión nacida del dolor y la soledad, pero su cercanía no pasa desapercibida. Jacobo, el prometido de Martina, siente celos, instigado por Lorenzo, y se prepara para tomar medidas drásticas. El conflicto está servido.

En medio del caos, Petra sorprende a todos. Transformada por los recientes acontecimientos, le ofrece una oportunidad a Alicia, una joven del refugio, confiándole el trabajo vacante en la panadería. Este gesto de bondad comienza a cambiar la percepción que los demás tienen de ella. Por primera vez, Petra siente que puede marcar la diferencia en la vida de alguien.
Mientras tanto, Catalina y Adriano intentan disfrutar de la llegada de su hijo, pero la armonía se ve amenazada por una visita inesperada: Leocadia. Con un tono aparentemente amable, cuestiona la falta de claridad sobre el matrimonio, dejando claro que no ha venido en son de paz. Su verdadera intención es sembrar discordia y recuperar el control. Las tensiones aumentan y el ambiente en el palacio se vuelve irrespirable.
La cena concluye con una frase demoledora. Eugenia, de pie y mirando directamente a Cruz, sentencia: “Has construido un imperio sobre mentiras y traiciones. Ahora ha llegado el momento de la verdad.” Antes de que Cruz pueda responder, Leocadia interviene con frialdad calculada: “Quizás ha llegado el momento de un nuevo comienzo, lejos de las sombras del pasado.”
Los invitados abandonan la sala sin palabras, mientras las copas rotas en el suelo parecen sellar el fin de una era. Las alianzas comienzan a formarse en las sombras, y todos sienten que se acerca un punto de no retorno. La lucha entre Eugenia y Leocadia no ha hecho más que comenzar, y ninguna está dispuesta a ceder ni un centímetro de terreno.
¿Qué bando eliges tú? ¿La justicia implacable de Eugenia o la inteligencia estratégica de Leocadia? Una cosa es segura: La Promesa está a punto de vivir sus momentos más oscuros… y más apasionantes.