Amigos, bienvenidos a un nuevo avance de Una nueva vida. El capítulo comienza con una conversación tensa entre Abidin y Suna. Abidin, furioso, acusa a Suna de haberle hecho un daño irreparable al darle la habitación de Latif, solo para provocarlo. “Lo hicieron para hacerme enojar”, dice con la mirada llena de rabia. Suna, agotada, le responde con voz firme, mirándolo fijamente: “Mírame a los ojos ahora mismo. Quiero el divorcio”. Sin dudarlo, añade, “Estoy cansada. Abidin, tu ira me asfixia. Piensa en ello esta noche. Mañana, o nos vamos juntos de aquí, o yo me iré sola”. Sin esperar una respuesta, Suna se aleja con los ojos llenos de lágrimas, el peso de la presión en su pecho insostenible, pero sin detenerse. Se dirige hacia la habitación de Atice en busca de refugio.
Allí, susurrándole a Atice, le confiesa: “No te preocupes. De todas formas, me voy. Siin es inteligente, vendrá a buscarme”. Atice, preocupada, le recuerda que Alice le permitió quedarse en la casa con Abidin. “Reconciliémonos, pero necesito que convenzas a tu madre de quedarse también”, dice con esperanza.
Mientras tanto, en otra parte de la casa, Seiran se enfrenta a Ferit, quien se encuentra con el corazón ardiendo de rabia. “Eres la persona más egoísta que he conocido”, le grita. “Destruyes todo a tu alrededor sin importar las consecuencias”. Ferit, entrecerrando los ojos con una sonrisa amarga, responde: “Estuviste fuera dos años. Ahora llegas, ves lo que quieres y decides quedártelo”. Seiran no tiene intenciones de jugar. “No me importa quedarme o irme. Mientras ese anillo esté en tu dedo, Ferit, no existes para mí”. Esas palabras calan hondo en Ferit, quien, en silencio, sale de la habitación. Afuera, sacando su teléfono, marca un número. “Mamá”, dice con voz vacía. “Lastimé a Dillar y a Seiran. Mañana veré a Dillar para terminar nuestra relación. Se lo debo”.
Mientras tanto, Suna, conversando con su madre, expresa su frustración: “Cuando tía Atice se recupere, nos iremos. Este lugar no es bueno para Seiran”. Pero su madre, sin darle mucha atención, responde: “¿Y yo no soy tu hija también?” Suna, quebrada, pregunta con voz temblorosa, “Mi matrimonio se está desmoronando y tú ni siquiera me escuchas”.
En ese instante, Suna aparece y encara a Abidin. “¿Ya has tomado una decisión?”, le pregunta. Abidin, respirando profundo, responde: “Mi ira ha disminuido, pero el dolor sigue aquí. Puedo soportarlo, pero no puedo vivir sin ti”. Luego, con la mirada perdida, continúa: “Cada vez que mi padre necesitaba dinero, Alisaga se lo daba, pero él quería más, quería su propiedad. Mi tío le pidió a Latif que lo advirtiera, pero temo que Latif fue más allá por miedo a que mi padre volviera a dispararle a Alice. ¿Qué debo hacer ahora?”. Suna, con ternura y firmeza, le toma la mano: “Aprende a vivir con tu familia. No dejes que el pasado te robe el presente”.
Más tarde, Suna encuentra a Seiran, que está visiblemente tensa. “¿Qué te pasó?”, le pregunta preocupada. Seiran responde entre sollozos: “Ferit volvió con Dillar”. Suna la observa seriamente y le dice: “Si él te manda señales contradictorias, sé clara con él. Dile que elija entre Dillar o tú. Y si elige a Dillar, vete, o sufrirás”. Mientras tanto, Ferit se dirige a casa de Dillar. Al llegar, Dillar lo recibe con un suspiro cansado. “Por favor, no digas las mismas cosas de siempre”, le pide. Ferit, con seriedad, responde: “No voy a pedir disculpas”. Dillar, con los ojos llenos de dolor, lo enfrenta: “Viniste aquí para romper conmigo”, a lo que Ferit replica, sin dudar: “No quiero seguir contigo”.
Dillar, con lágrimas en los ojos, confiesa: “Lo siento. Desde que murieron mis padres, nunca amé a nadie como a ti. No puedo perderte por mis inseguridades”. Con voz temblorosa, añade: “Prometo que nunca más dudaré de ti”. Suna, al hablar con Seiran, le dice: “Abidin está dispuesto a disculparse con Alisaga. Solo espera el momento adecuado”. Seiran, con una sonrisa triste, responde: “Hablaré con Ferit, como me sugeriste. Pero si no me elige, ¿llorarás conmigo?”. Suna, tomando sus manos con ternura, responde: “Espero que nunca tengas que llorar”.
En ese preciso instante, la puerta se abre y Ferit entra con su mirada sombría y su porte imponente. “Hicimos las paces con Dillar”, anuncia con frialdad. Seiran siente el peso de esas palabras, ya no hace falta que le pidiera elegir entre ella y Dillar. “Mi madre tenía razón”, dice Seiran, con voz firme. “Es mejor irse”. Ferit, frunciendo el ceño, se acerca a ella: “No puedes irte”. Seiran, desafiante, responde: “No puedes mirar a dos mujeres al mismo tiempo de esta manera”. El aire entre ellos se carga de tensión.
Ferit suspira y confiesa: “Hoy fui a ver a Dillar, pero no para disculparme. Fui para romper con ella”. Seiran lo mira con dureza: “¿Y qué pasó?”. Ferit, desviando la mirada, murmura: “Dillar dijo que me necesitaba. Esta relación no terminará mientras sigas teniendo miedo”. Seiran, con voz firme, le responde: “Debes ser valiente, como yo. A veces, el mayor favor que puedes hacerles a quienes te aman es arriesgarte a no ser amado”.
El capítulo llega a su clímax con un silencioso intercambio entre ellos, y en un momento de pura tensión, Ferit, con un solo movimiento, se quita el anillo de su dedo, lo deja caer al suelo y besa a Seiran con una intensidad que deja todo atrás. El futuro de todos parece pender de un hilo, y las decisiones tomadas en este episodio cambiarán para siempre la vida de los personajes.