Dos años pueden parecer una eternidad cuando el corazón está roto. Y eso es justamente lo que siente Ferit, quien, desde el comienzo de este capítulo, revive cada segundo de su espera con la esperanza de reencontrarse con Seiran. Pero cuando finalmente lo hace, el destino le reserva una puñalada que no esperaba: Seiran ya no está sola… a su lado, aparece Sinan, un hombre que no solo la acompaña, sino que ha ocupado el espacio que Ferit creía suyo para siempre.
La historia nos remonta al pasado: Ferit, lleno de ansiedad, pregunta por ella. Suna, con la voz cargada de paciencia, le pide tiempo. Pero cuando alza la vista y ve a Seiran sonreír junto a otro, su alma se quiebra. “¿Quién es él?”, pregunta casi sin aliento. “Sinan”, responde Suna, “Está enfermo, como ella… comparten algo que tú no puedes entender.” Ferit se niega a aceptar esta realidad. “Ella me amaba más que a nada en el mundo”, dice con amargura, sintiéndose un extraño en una historia que antes protagonizaba.
En su desesperación, intenta acercarse a Seiran, pero Suna le bloquea el paso. “Si quisiera verte, ya lo habría hecho”, le espeta. Él insiste: “No puedo renunciar a ella.” Pero la respuesta de Suna es contundente: “Si tuviera que elegir entre ustedes dos, elijo a mi hermana.” Ferit, derrotado, se marcha con el alma hecha trizas. Y justo cuando desaparece de escena, Seiran aparece y revela su verdad: “Lo amo, pero no soporto que me vea así, tan enferma.”
Ahora, en el presente, el destino vuelve a juntar a los viejos amantes. El tiempo ha pasado, exactamente dos años, un mes y once días, pero para Ferit, cada segundo pesó como una vida. “¿Has vuelto?”, pregunta con una voz cargada de emoción. Seiran no alcanza a responder cuando Sinan se le acerca con ternura. Ferit, digno, solo quiere entregar un regalo y marcharse, pero Seiran lo detiene. “Quédate un rato”, le dice, con una voz que aún guarda algo del pasado.
Y es entonces cuando se produce el giro inesperado: Sinan, el mismo que ahora ocupa el corazón de Seiran, le pide a Ferit que sea testigo de su boda. El impacto es inmediato, tanto para Ferit como para los invitados. Murmullos, miradas cruzadas, tensiones que se palpan en el aire. Seiran, intentando mantener la calma, se deja llevar por las emociones que creía enterradas.
Después, a solas, Sinan le dice algo que retumba en su interior: “Quiero ser tu mar”. Pero Seiran, con el corazón dividido, no puede evitar dudar. “Desde ayer dices ‘te amo’ muchas veces”, le dice Sinan, entre suspicaz y dolido. “¿Intentas convencerme a mí… o a ti misma?” La pregunta la deja en silencio. No hay respuesta fácil cuando el alma aún no ha sanado.
Mientras tanto, en su primera noche de bodas, Suna y Abidin también enfrentan sus propios conflictos. Él, con la inocencia de un nuevo esposo, le agradece que haya aceptado vivir con su madre. Pero Suna parece tener algo más en la cabeza. Su actitud cambia, su paso se vuelve apresurado… hasta que se topa con Setki, un hombre del pasado que regresa como un fantasma. “Mañana quiero mi dinero”, le exige. Si no se lo da, amenazará con contarle todo a Abidin. El corazón de Suna late con fuerza. La tensión es palpable.
En casa de Seiran, la situación también es tensa. Su madre no disimula su desaprobación: “¿Por qué volviste? Perdiste el control cuando viste a Ferit.” Seiran intenta justificar su presencia: “Solo estaba feliz por la boda de mi hermana.” Pero su madre no se deja engañar. “Si tienes dudas, abandona tu decisión ahora.”
Del otro lado de la ciudad, Sinan enfrenta un reproche similar. Su madre, indignada, le recuerda su promesa: que Seiran no era más que una aventura. Pero él insiste en defenderla: “No sabes lo que ha vivido. Ha cambiado. Jamás me haría daño.” Sin embargo, el juicio social pesa. La deshonra mediática que enfrentó Seiran sigue siendo un estigma que muchos no perdonan.
La tía de Seiran también interviene, pero con una mirada más compasiva. “Tus ojos brillan de nuevo”, le dice con ternura. Seiran sonríe apenas. “Sinan es alguien que me da aliento.” Pero su tía no puede evitar sentir pena por Ferit. “Lo presionan demasiado… dicen que si no termina la colección a tiempo, la empresa se hundirá.” Esas palabras despiertan algo en Seiran. ¿Qué tanto ha sufrido Ferit en silencio?
La respuesta llega pronto. La noche anterior, Ferit había caído en su abismo más conocido: el alcohol. Fue Diller quien lo encontró, tirado junto a unas cajas de basura. Al despertar, la culpa lo envuelve. “Lo siento”, dice con voz baja. Pero Diller no se deja convencer. “El alcohol mató a mis padres. ¿No lo sabías?” Ferit agacha la cabeza, vencido por el remordimiento. “No volverá a pasar”, promete.
El capítulo cierra con una sensación agridulce. El amor que una vez fue tan fuerte, ahora es un eco distante, lleno de heridas, silencios y decisiones difíciles. Ferit sigue amando a Seiran con desesperación, pero el tiempo, las circunstancias y la enfermedad han cambiado todo. Seiran, por su parte, se debate entre lo que fue, lo que es, y lo que desea para su futuro.
¿Podrá el corazón de Seiran resistir tanta presión? ¿Es Sinan realmente el puerto seguro que ella necesita, o una ilusión construida sobre el miedo? ¿Y Ferit… logrará reconstruirse o se perderá en su propio dolor?
Lo que es seguro es que Una nueva vida está más intensa que nunca. Y este Capítulo 64 no es solo un reencuentro: es una prueba emocional para todos los personajes… y para nosotros, los espectadores.