Ferit está convencido de que Taylan ha sido el titiritero tras el escándalo de las fotos, pero se enfrenta a su frialdad absoluta. Taylan lo niega todo con calma, provocando aún más a Ferit. La tensión se intensifica cuando Abidin interviene y menciona un nombre que despierta viejos fantasmas: Pelin. Esa sola posibilidad remueve recuerdos dolorosos en Ferit, quien, impulsado por la rabia, decide llamarla. Pelin contesta con una voz que destila satisfacción. El plan ha dado resultado.
Mientras Ferit se prepara para el cara a cara, en otro rincón de Estambul se fragua otra estrategia. Nükhet, sin hacer ruido, empaca su maleta. No huye: se repliega. Y su destino no es cualquiera, sino la casa de Zerrin, donde le espera también Şehmuz. Lo que comenzó como un drama doméstico, se transforma ahora en una partida de ajedrez con ambiciones políticas y económicas. Nükhet regresa al tablero, lista para reclamar el poder.
De vuelta en la mansión Korhan, las máscaras siguen cayendo. Suna y Kaya avanzan hacia su compromiso como si fueran piezas arrastradas por una marea inevitable. Ambos esconden sus dudas, sus heridas, y sus intenciones. La relación entre ellos, aunque aparentemente estable, está sostenida por una estructura frágil de silencio, imposiciones y estrategias familiares.
Ferit, impaciente, se encuentra finalmente con Pelin. Ella no está sola. Un guardaespaldas la acompaña, aumentando la sospecha de que algo más grande se cuece. Pelin, con su habilidad de siempre, niega toda implicación en el escándalo de las fotos. Pero sus palabras, lejos de aclarar las cosas, siembran más confusión en la mente de Ferit. ¿Es esta la mujer que un día amó, o una manipuladora implacable?
En paralelo, Kazım lanza su propia ofensiva. Le cuenta a Hattuç que Ferit ha engañado a Seyran, con el objetivo de generar división y debilitar el matrimonio. Pero Kazım no se detiene ahí: su verdadero interés es Suna. Si ella se casa con Kaya, la puerta al poder se le abrirá de par en par. Por eso finge cercanía con Suna, ganándose su confianza con una sonrisa falsa y palabras suaves. Ella, atrapada en la búsqueda de afecto, no sospecha que es solo otra pieza más en el tablero.
Seyran, sin embargo, no está dispuesta a rendirse. Con las fotos aún temblando entre sus manos, irrumpe en la habitación de İfakat y la enfrenta directamente. Está convencida de que ella está detrás de todo. Pero İfakat, maestra de la actuación, se hace la víctima, negándolo todo con una expresión dolida. Sin pruebas, Seyran debe retirarse… pero la rabia la consume.
Con el corazón encendido, se enfrenta a Kaya. Lo acusa de manipular a Suna, de arrastrarla a un matrimonio frío y calculado. Kaya responde con calma, pero Seyran no quiere escuchar. En un arrebato, le da una bofetada. Suna, testigo del golpe, no duda en defender a Kaya. Reprocha a su hermana por no respetar sus decisiones. El abismo entre ambas se hace más profundo.
Kazım, siempre atento, entra en escena. Sin preguntar, observa. Cuando habla, deja clara su prioridad: no el bienestar emocional de sus hijas, sino el cumplimiento del matrimonio. La unión de Suna y Kaya es su mayor apuesta, y no permitirá que nadie, ni siquiera Seyran, lo arruine.
Seyran queda sola. Su mundo se tambalea. Y justo entonces, suena el teléfono. Es una mujer. Dice ser la de las fotos con Ferit. Le dice que necesita verla. Seyran, en shock, apenas puede respirar. El dolor y la duda la desgarran. ¿Hay otra en la vida de Ferit? ¿Todo lo que creía era una mentira?
Ferit, mientras tanto, sigue con Pelin. Ella se muestra vulnerable, le habla del hijo que lleva en su vientre. Dice que solo piensa en protegerlo, en formar una familia. Pero Ferit no puede confiar. Las cicatrices del pasado están demasiado frescas. Y aunque Pelin llore, aunque le hable de su hijo, algo dentro de él desconfía.
İfakat, viendo la ruptura emocional entre las hermanas, decide aprovecharlo. Se acerca a Suna, le ofrece consuelo y complicidad, pero todo está cuidadosamente planeado. Sabe que Suna es ahora la clave para su estabilidad dentro de la familia Korhan. Le habla con dulzura, la halaga, y siembra en ella la idea de que ese matrimonio le dará prestigio, protección y poder.
Seyran, devastada, se encierra en su habitación. Recuerda la llamada, las fotos, las palabras de su padre. Todo se mezcla en un torbellino insoportable. Se pregunta si Ferit aún la ama, si alguna vez la amó. Si su padre tenía razón. Si, después de todo, no le queda nadie a su lado.
Y mientras la tormenta interna de Seyran se desata en silencio, en la casa Korhan nadie sospecha que el verdadero estallido aún está por llegar. Porque detrás de cada sonrisa, de cada gesto amable, se ocultan cuchillos afilados. Y esta historia, que comenzó con una boda, se está convirtiendo en una guerra sin reglas… y sin piedad.